Nacidos Para Gobernar

Formosa

Formosa ¿una provincia cautiva?

El gobernador Gildo Insfrán gobierna Formosa desde 1995 y, todo indica, continuará en el poder por varios años más. La amplia ventaja que su partido ha logrado en las últimas elecciones se ha vuelto una constante en la provincia.

El asistencialismo, un sistema electoral diseñado a medida de un poder anquilosado, la “compra” de votos mediante bolsas de comida y el clientelismo político se han naturalizado, no solo en Formosa sino en muchas regiones. Muchos dirigentes han aprendido el arte del sometimiento y la subordinación contra el ciudadano. Lamentablemente, una parte de la iglesia también ha terminado siendo cómplice de estas prácticas corruptas.

Por eso, considero que nosotros, como cristianos, tenemos una gran responsabilidad: generar conciencia cívica y espiritual frente a estas realidades.

Porque la esclavitud —en sentido metafórico— comienza en el espíritu. Y si como iglesia no nos convertimos en un portal que permita a las personas salir de un sistema opresor, debemos hacernos con humildad algunas preguntas incómodas.

No se trata de partidos políticos en particular, sino de una condición espiritual que conduce a provincias y ciudades enteras a vivir bajo el yugo de gobiernos que perpetúan la dependencia y la miseria.

La respuesta, al menos en principio, no va a provenir exclusivamente de otras fuerzas políticas. Creo que la respuesta más profunda y transformadora debe generarla la misma iglesia. Porque elegir reiteradamente un sistema opresor evidencia que muchas personas continúan prisioneras en su alma. Y esa libertad, la que se gesta en el espíritu, no la produce un partido político: es un cambio que comienza en la conciencia y se proyecta después en la esfera social y política.

Hace pocos días, algunos líderes religiosos y pastores, en medio de un acto oficial de campaña, le ofrecieron una “bendición” al cuasi vitalicio Gildo Insfrán. Desconozco si aprovecharon la ocasión para confrontarlo por la corrupción estructural que todos conocemos. ¿Acaso no es también esa una parte de la tarea de la iglesia?

El cambio comienza en las estructuras mentales, pero antes de llegar a la mente, tiene raíz en el espíritu. Y esa tarea nos corresponde, en primer lugar, a los cristianos.

Aclaro: no señalo a un partido político específico, sino a un sistema dañino que va llevando a que las personas naturalicen la pobreza y la miseria como un destino inevitable.

Tomemos conciencia, porque este engranaje se repite en muchas provincias y regiones de Latinoamérica, y solo podremos romperlo si nos atrevemos a cuestionar la opresión desde su raíz espiritual y cultural.

Omar Sarmiento

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