Como pastor evangélico, observo con preocupación la creciente tendencia de líderes cristianos que rinden pleitesía espiritual al Papa Francisco, ignorando o minimizando realidades profundas y espirituales que no podemos pasar por alto. Esta reflexión no surge desde el odio ni la división, sino desde el llamado bíblico a velar por la sana doctrina y a discernir los tiempos.
El Papa Francisco, primer pontífice de la orden jesuita, representa más que una figura religiosa: representa una estructura de poder espiritual y político que, históricamente, ha perseguido —de forma abierta o encubierta— a quienes decidieron vivir conforme a la Palabra de Dios y no a tradiciones humanas.
Los jesuitas, fundados en el siglo XVI, no fueron solo una orden religiosa, sino un brazo estratégico de expansión, control y defensa del papado. Conocidos por su formación intelectual y su astucia política, han influido en gobiernos, universidades y misiones, muchas veces con un enfoque más geopolítico que espiritual. No es teoría conspirativa: es historia documentada.
Hoy, bajo un disfraz de unidad y paz mundial, se impulsa un ecumenismo que no exige conversión, ni arrepentimiento, ni confesión de Jesucristo como único Señor y Salvador. En ese contexto, muchos líderes evangélicos aceptan invitaciones a Roma, participan de actos interreligiosos y posan sonrientes junto al “soberano” del Vaticano. ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?
“Un evangelio sin confrontación no es evangelio,
es diplomacia.”
Pablo fue claro: “Me maravillo de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gálatas 1:6). Y Jesús advirtió: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7:15).
La iglesia de Cristo no necesita al Vaticano. Necesita al Espíritu Santo. No necesita pactos religiosos globales, sino una renovación en santidad, fuego y verdad. No podemos cambiar la Palabra para agradar a los hombres. No podemos olvidar que muchos mártires protestantes fueron quemados por sostener lo que hoy parece “políticamente incorrecto”: que sólo Cristo salva, sólo la Escritura es autoridad, sólo por gracia somos salvos.
Como pastores, debemos levantar la voz. Debemos discernir. Debemos proteger al rebaño. No con fanatismo, sino con fidelidad. No con odio, sino con valentía. Porque como dijo un predicador: “Un evangelio sin confrontación no es evangelio, es diplomacia.”
Que el Señor nos dé sabiduría, amor y firmeza. Y que nos libre de unirnos a un sistema que parece tener cuernos de cordero, pero habla como dragón (Apocalipsis 13:11).
Pastor Fico Ruiz
Clarísimo el mensaje del pastor una visión sabía y guiada por el Espíritu Santo revelando a la luz la verdad de las situaciones.. que oiga quien quiera oír…