EL REINO DE DIOS PREVALECE, LOS GOBIERNOS HUMANOS SON TEMPORALES
Luego de la victoria de Trump en los Estados Unidos se sintió una «brisita» distinta en toda América.
Una buena parte de la iglesia evangélica celebró este triunfo, y no solo en Estados Unidos.
No es para menos. Si hay un candidato, de la que todavía sigue siendo la nación más influyente del mundo, se manifiesta abiertamente en contra de la agenda 2030 y de la ideología woke y gana, hay que celebrar que todas esas agendas van a tener un freno.
Pero hay un enorme peligro en que la iglesia se aferre ciegamente a liderazgos políticos solo porque estén «alineados a nuestros valores».
Celebro que, cada vez, más cristianos se interesen por cuestiones políticas y muchos quieran involucrarse.
Pero nunca tenemos que olvidar que nuestra esperanza no son los liderazgos políticos.
Claro que hay que trabajar en esta arena y fomentar los valores trascendentes y eternos del evangelio.
Y Dios puede permitir que ciertos gobernantes hagan determinados cambios en una nación o a nivel global, pero eso no debería ser una excusa para que «aplaudamos» todo lo que se haga o apoyarlos en todo.
Tengamos claro esta verdad: No son las políticas públicas las que realmente traen transformación a la nación, sino la obra del Espíritu Santo en la vida interior de cada ser humano y eso no se logra con una ley o con una política pública, aunque esto sea necesario para que una sociedad viva mejor.
La transformación genuina de una nación viene cuando las personas rinden su vida al Señor Jesucristo y son renovadas en sus mentes por el poder del evangelio.
Cuidado, la iglesia no responde a Trump, a Milei ni a ningún político. La iglesia es un organismo vivo que trasciende a los gobiernos humanos, estos últimos son temporales. Todo pasa decía un viejo dirigente del fútbol, los políticos también pasan. Seamos sabios, la iglesia no debe perder su norte, su voz profética y su misión.
Cuidado en confiar ciegamente en un liderazgo político.
La biblia dice «Maldito el hombre que confía en el hombre». Los hombres se pueden equivocar.
Eso no implica que no se tenga que tener honra y respeto por las autoridades y que luchemos por los valores que mejor nos representan. Lo que digo es que nuestra esperanza de futuro no proviene de lo que hace o deje de hacer un gobierno o un liderazgo político. Y creo que hay muchos cristianos poniendo su confianza más en liderazgos políticos que en lo que Dios puede hacer.
Es cierto que las decisiones que toma un gobierno afectan nuestra vida, para bien o para mal, pero, en el fondo, nuestro gobierno es superior, mayor. El reino de Dios todo lo trasciende. y los cristianos, aunque respetamos las leyes naturales, nos regimos por ese reino que es superior.
El asunto es no creer que «a nosotros nos va a ir bien porque gobierna tal o cual». Ese pensamiento es comprensible en alguien que no conoce a Cristo. Es entendible en alguien que no tiene una «esperanza de Gloria».
Pero los que conocemos a Cristo no compramos espejitos de colores. A este gobierno le puede ir bien en algunas cosas, y podemos ponderar lo que se hace bien.
Pero recordemos que Dios está por encima de los gobernantes.
Los gobiernos humanos pasan. Lo que prevalece es la palabra de Dios. Lo que prevalece es el reino sempiterno de Cristo. Lo que es inconmovible es la soberanía del Señor sobre las naciones y los gobernantes. Dios está por encima de todo y de todos.
La pregunta es:»¿Dónde está tu esperanza?».
Omar Sarmiento