Erika Kirk, la viuda de Charlie, el día de ayer, pronunció unas conmovedoras palabras que fueron un mensaje de luz en medio de una cultura política cargada de tantas agresiones. Seguramente habrás visto algún clip de su discurso. «Perdono a ese joven…» dijo. Sí, a Tyler Robinson, ese joven que asesinó vilmente a su esposo. Esa mujer y madre perdonó a su verdugo, a quien le cambió la vida drásticamente porque ahora sus hijos crecerán sin la presencia de su padre. Cuánta valentía.
En medio de tanta crispación, polarización y confrontación en el mundo político, aparece un mensaje de perdón y de gracia. Lo lógico sería escuchar: «Que ese hombre se pudra en la cárcel», «que le den pena de muerte» o algo similar. Sin embargo, expresó un «no saben lo que hacen», «lo perdono». Erika eligió otro camino, el del perdón.
Gran mensaje el de Erika Kirk, y no, no es un mensaje hippie, no es un mensaje ingenuo y no es un mensaje escapista ni condescendiente con el crimen. La justicia, por supuesto, hará su trabajo. Pero el perdón que expresó esa mujer es el mensaje que nace de una persona que ha conocido la verdadera naturaleza de Cristo: la gracia.
¿Cómo se le explica esto a un político o a un líder de las altas esferas si está acostumbrado a estar a la defensiva y siempre peleando?
¿Cómo se le explica este mensaje a ciertos sectores de la «nueva derecha» en la que muchos creen que hay que «exterminar al enemigo»?
¿Cómo se le explica esto a los fanáticos izquierdistas que dicen ser tolerantes y son los menos tolerantes frente a un discurso que no les es propio?
Perdonar no significa hacer la vista gorda ni mucho menos.
Pero el perdón es necesario para sanar. El perdón también puede emerger en la cultura política como un arma con la cual luchamos, pero no de las maneras que nos ha acostumbrado la política tradicional. Perdonar no significa exculpar o ser condescendiente con la injusticia, significa que mi corazón no estará aprisionado ni encarcelado por la amargura o el resentimiento. Un día se volvió a hablar de perdón en la política. En un mundo en «rumores de guerra» que se vuelva a hablar de esto es una gran noticia.
Es cierto que la política es un terreno álgido y escabroso, pero también se puede perdonar al que te hizo daño o te quiso dañar. No es una utopía, en política también se puede perdonar. La pregunta es ¿Puedo perdonar? Si y puedo perdonar porque yo también recibí perdón, puedo amar porque yo también fui amado. Puedo dar aquello que he experimentado y es lo que ha expresado Erika Kirk. Aun con dolor y tristeza, y en medio del luto, ella pudo extender perdón.
Gracias, Erika, porque sabemos que Charlie tuvo a su lado, en vida, a una dama de hierro, aquella que se ha recostado en los brazos de Papá y ha aprendido la verdadera gracia. Perdonar no te hace débil ni mucho menos frágil. Al contrario, perdonar es para los fuertes, para los que mantienen la entereza aun en momentos críticos. Gracias, Charlie, por ofrendar tu vida por la verdad, has sido un gran líder, el cielo te ha recibido con los brazos abiertos.
Gracias, Erika, por extender gracia en un mundo que vive a la defensiva y a los gritos. Al final es lo que enseñan las escrituras, perdonar 70 veces 7. Intentaremos ir por ese camino.
Omar