En una de las conferencias de Nacidos Para Gobernar recuerdo que uno de los pastores que estaba ahí presentes dijo, en tono de broma y un poco serio, algo como: “Señor, gracias porque muchos de nosotros no llegamos a lugares de gobierno, gracias porque no hiciste caso de nuestras oraciones porque si no hubiésemos hecho desastres en la política”.
Se supone que una de las diferencias que tiene que portar un cristiano metido en política, en relación al resto, es tener un carácter formado y forjado por los principios de la palabra de Dios.
El cristiano político tiene que ser y hacer la diferencia.
La política tradicional está llena de lo que ya conocemos: mentiras, trampas, engaños, operaciones, amiguismos, calumnias, oportunismo, traiciones, y varios etcéteras, porque es la condición del ser humano que deja expuesta todas nuestras miserias frente a los entramados de poder.
Y es ahí, donde el cristiano que se ha involucrado en los lugares de decisión tiene que ser forjado al carácter de Cristo, en realidad, como cualquier otro.
Pero la política lo demanda aún más, porque sus devenires y tóxicos ambientes van a evidenciar rápido si hemos sido discipulados, formados en nuestro carácter, si todo lo que aprendimos de las escrituras y de otros líderes ha hecho mella en nosotros. O si, actuamos neciamente, como lo hacen los demás.
No se trata de llegar a un “lugar de gobierno” porque si Cristo no nos gobierna, entonces no seremos el reflejo del gobierno de Cristo en la tierra. No se trata de llenar las «cámaras» y las legislaturas con “hermanos en Cristo” si estos no se dejan guiar por la voz del Buen Pastor. Si sus conductas solo emulan lo que aprendieron de la cultura política imperante que está totalmente corrompida.
Por eso escuchamos cada tanto. Pero tal persona es cristiana y está en tal posición, sí, pero sus actitudes y acciones solo hablan de alguien que no tiene el carácter moldeado por Cristo y su palabra. No importa mucho si dice defender los valores cristianos si su vida no refleja la madurez y el carácter de una personas que se ha sentado a los pies del «Maestro».
Porque si actuamos como lo suele hacer el «sistema» solo reflejaremos lo que nuestro corazón tiene, y si este, no fue moldeado a la luz de Su palabra solo transitaremos la política como uno más del montón, con las mismas mañas y los mismos malos hábitos que tienen los que viven sin Cristo.
El gran profeta Daniel, ¿lo recuerdas?, mucho antes de tener una posición de gobierno, había propuesto y determinado en su corazón no contaminarse con la comida del rey. (Daniel 1;8) Esa comida representaba toda la cultura podrida, profana y corrupta que se practicaba e “ingería” en Babilonia. Los cristianos tenemos que hacer una diferencia en la arena política. Y antes de que entremos allí tenemos que hacer un juramento con Dios y con nosotros. De que no caminaremos con las mismas mañas y “avivadas” que los demás. No estoy diciendo que no tengas carácter y seas perspicaz.
El cristiano es firme, es manso y no menso. En ocasiones los cristianos en política tendrán que plantarse, discutir con firmeza, plantar posturas, cuando se trata de defender los principios que traen grandeza y prosperidad a una nación. Pero lo haremos por las convicciones que tenemos, no para defendernos a nosotros mismos.
Si una persona aparece a los gritos defendiendo su “reputación”, solo está mostrando que su ego y orgullo está vivo. Si un cristiano en política sale a atacar a los demás con saña, y empieza a difamar, eso habla de que su carácter no fue formado.
Tenemos que tener la humildad para reconocer cuando tenemos falencias en nuestro carácter y pedirle a Dios que las forme y las forje. Porque meternos en espacios de poder cuando nuestro carácter es frágil y se corrompe fácilmente solo nos hará daño a nosotros, a nuestro entorno y lo más crítico, seremos pésimos embajadores de su reino.
Si ya estás en una posición de influencia y ves que tu carácter puede traerte problemas, buscá ayuda y consejo. Hacelo hoy que lo puedes tratar porque el día de mañana puede salir a flote y no de la mejor manera.
En el gobierno, un solo hombre lleno de sabiduría y del Espíritu Santo puede hacer más diferencia que 100 que no sean guiados por Dios y que solo son guiados por sus pasiones y malos deseos.
Que el deseo de poder, que no es malo en sí, no te nuble y quieras llegar a una posición a como de lugar. NO se trata de llegar, esto no es una carrera. Se trata de cómo permaneces, te mantienes y generas cambios en el paso del tiempo. Las personas que te rodean ¿pueden decir: Doy fe que esta persona dice lo que hace y hace lo que dice? ¿Nuestra vida es ejemplar?
Alguna vez el gran referente del liderazgo John Maxwell dijo «Te contratan por tu capacidad, te despiden por tu mal carácter».
Es necesario la humildad para buscar mentores, pastores, líderes y buenos asesores para hacer las cosas como a Dios le agradan. Que tengamos la humildad para pedirle a Dios que NO nos dé espacios de poder si nuestro carácter y formación no están a la altura y si no estamos siendo guiados por el Espíritu Santo.
Omar Sarmiento